AMA Y NO TEMAS.
El amor es la única forma de cordura
La extensión del Amor es la única solución cuerda para nuestros problemas –sean de orden particular o de alcance planetario. Trátese de sanar un resfriado o de detener una guerra de cien años, el antídoto es idéntico, el milagro es el mismo: transfigurarnos a imagen y semejanza del Amor para que el mundo que percibamos esté hecho de esa misma naturaleza.
Transcurre un tiempo inédito en que más y más de nosotros despertamos a la realidad del Amor: nos convertimos así en una masa crítica capaz de elevar conciencias, cambiar paradigmas, transformar radicalmente la visión de nuestras ciudades, instituciones, sociedades… ¡en fin, nuestro mundo…!
El origen del temor
La autora norteamericana Ganga Stone asevera que el miedo surge de nuestra creencia en la "pauta de aniquilación" , es decir, del hecho de pensar que la Vida termina cuando cesan las funciones del cuerpo. Esta es –por supuesto- una creencia del ego, que no percibe Vida más allá del cuerpo.
Mientras en nuestra mente prospere el sistema de pensamiento del miedo, nuestro cuerpo no pasará de ser la encarnación y morada del ego. Sólo cuando asumimos el sistema de pensamiento del amor, la mente y el cuerpo pasan a ser instrumentos del Uno, medios para dar y recibir Vida, conocimiento, libertad...
En el sistema de pensamiento del miedo, todo evento tiende a convertirse en una preocupación, en un problema, porque asume que la realidad no existe más allá del cuerpo –el cual es percibido como frágil, abatible. En verdad, la realidad del ego puede cesar en cualquier momento: queda aniquilada con la muerte física… ¡ciertamente, para el ego, mantenerse vivo es un problema muy complicado!
Al respecto, la autora del clásico libro "Volver al Amor", Marianne Wiliamson, señala: "Nuestros problemas mundanos no son, en realidad, más que síntomas del verdadero problema, que es siempre una falta de amor". Osho, el celebrado maestro hindú, añade: "La vida no es un problema. Si la consideras un problema estás dando un paso equivocado. La vida es un misterio que tienes que vivir, amar, experimentar (…) No intentes comprender la vida. ¡Vívela! No intentes comprender el amor. Instálate en el amor. Entonces sabrás… ¡y ese saber surgirá de tu experiencia! Ese saber no destruirá el misterio: cuanto más sepas, más sabrás que queda mucho por saber".
El sendero del amor es el camino de la confianza y la valentía
El sendero del amor es, entonces, el camino de la confianza, de la valentía. El ya mencionado Osho llama a esta actitud "la alegría de vivir peligrosamente" , la cual define en estos términos: "Los que son valientes se tiran de cabeza. Buscan todas las oportunidades de peligro (…) Y no hacen surf sólo en los mares exteriores: surfean en sus mares internos. Y no sólo escalan los Alpes y el Himalaya, sino que buscan cumbres internas".
Sobre esas cumbres a las que nos lleva escalar el amor, sentencia Marianne Williamson: "A veces, la gente piensa que recurrir a Dios significa dar entrada en nuestra vida a una fuerza que nos lo mostrará todo color de rosa y la verdad es que significa dar entrada a todo aquello que nos obligará a crecer (…) Una vez que recurrimos a Dios, nos topamos con todo aquello que puede enfurecernos. ¿Por qué? Porque el lugar donde nos entregamos al enojo y el miedo –y no al amor- es nuestra muralla, nuestro límite".
Prosigue con estas palabras: "Cualquier situación que nos saque de quicio es una situación donde aún no tenemos la capacidad de amar incondicionalmente (…) Nos movemos con comodidad en las pocas áreas donde nos resulta fácil amar. Es tarea del Espíritu Santo no respetar esas zonas de comodidad, sino destruirlas. No estaremos en la cumbre de la montaña mientras no nos resulten cómodas todas las zonas. El amor no es amor si no es incondicional… y no tendremos la vivencia de quiénes somos en realidad hasta que no tengamos la vivencia del amor perfecto".
Llenos de amor y confianza –que son sinónimos a la luz del Creador- reinterpretamos nuestros miedos como esos límites que debemos trascender para obtener Iluminación; no juzgamos nuestros temores ni los del prójimo; no nos culpamos por experimentarlos: al contrario, somos lo suficientemente valientes como para hacernos conscientes de ellos.
No nos condenamos por expresarlos y comunicarlos; ya no sentimos vergüenza por pedir ayuda a nuestros semejantes o al Poder Superior a fin de dejarlos atrás; porque detrás de cada miedo late una urgente petición de amor, una impostergable necesidad de amar y ser amado…
Cortesía de Leo (Red de Apoyo y CRecimiento Espiritual).
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