Vas subido en el tren,
cogido de la barandilla de arriba,
las tiendas pasan, la gente,
me miras,
sonríes con ojos brillantes,
te aproximas a mi oído,
me susurras algo,
unas letras sin sentido
que van bajando por mi garganta
hasta llegar al imperio de mi corazón,
pero ellas me oprimen mi pecho,
tanto,
que están apunto de reventármelo,
tanto,
que me ahogan,
me ahogan en mi propia sangre,
no me dejan…
Continue