Recuerdo de niña lo mágicas que me parecían las Navidades. En mi casa como en la de la mayoría de hogares españoles, se celebran con alegría, fiesta, banquetes y eso si con mucho amor. Había reunion de familiares, gente que a lo mejor por la lejanía solo veías en estas fechas. Todo un alboroto, canto de villancicos y un ir y venir de preparativos, de colocar veinte donde solo caben diez.
Los niños ajenos a eso solo veíamos la parte bonita de las Navidades. Para los religiosos estaba muy presente el tema de Jesús, esa confección del nacimiento y esos reyes que avanzaban montados en sus camellos poquito a poco cada día un pasito.
La Navidad en la vida de los pequeños es una maravilla que se recuerda para toda la vida. La creencia de que todos son felices, de que la familia se quiere, el amor, la ilusión de los regalos, los villancicos.
Me van a llamar pesimista, pero creo que una vez crecemos, al menos para mi la Navidad pierde esa magia, y solo se recupera un poco cuando hay niños en las casas. Los niños son el símbolo de la pureza, de la bondad, la inocencia de pensar que en todo el mundo se recibe el mensaje de amor que es el verdadero sentido de la Navidad y que todos disfrutan como lo hacemos en occidente.
Después crecemos y tomamos conciencia de que la Navidad así solo la viven muy pocos niños y muy pocas personas en el conjunto global. Que las guerras no paran porque sea Navidad. Que el mal y el dolor no dan tregua, y que nosotros hacemos mucho menos de lo que podemos por remediar medianamente las penurias de los que tenemos muy cerca, menos de los que andan a miles de kilometros. Y esta si es la Navidad real, no la magia en la que creiamos de pequeños.
Soy una persona afortunada, tengo una familia hermosa, salud y recibo mucho amor, así que no me voy a quejar,
pero personalmente hoy extrañaré a los que ya no podrán sentarse en la mesa porque ya pasaron a mejor vida y sobretodo a alguien muy imprescindible y especial en mi vida con quien no podré brindar esta noche, pero si lo haré en breve y que sabe que no le aparto de mi mente y de mi corazón ni una milésima de segundo.
Esta noche cuando alcemos las copas de cava, tengamos un recuerdo para los que hoy no son tan dichosos como nosotros y si podemos, mejor dicho queremos, quizás encontremos algún modo de recuperar el sentido y el verdadero espíritu de la Navidad.
FELIZ NAVIDAD A TODOS
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